Caminar por las calles de esta ciudad cautiva del amante océano, (lo mas sincero que he encontrado en estos 20 años de existencia) abrasada por el mineral que nutre su cuerpo de tierra usurpada, esta ciudad que se pierde a veces entre tantas caras distorsionadas y dolores mutilados por quien sabe que señor de bigotes colorados… pero que placer aquel de caminar entre las calles expectantes repletas de tantas almas vapuladas, Jamás hubiese imaginado que entre las tantas aficiones que me embargan la de simplemente caminar y mirar a la cara a tantos desconocidos que nunca volverán a cruzarse en mi camino me llene el espíritu de una extraña sensación de saciedad solo comparable con el éxtasis de inmiscuirme en el frenético ritmo clarividente de ser la diosa creadora de una pintura colorida jamás sentenciada siempre anhelada, el observar a la gente, observar el movimiento, las situaciones extrañas o engorrosas con las cuales me pueda tropezar, lo cruel, lo hermoso, lo calido lo frío, ser el mero espectador mudo de escenas cinematográficas perfectas, imaginar tantas cosas en tan pocos segundos, ver ancianos, ancianas, niños, niñas, hombres jóvenes, mujeres jóvenes, hombres marchitos, hombres radiantes, mujeres danzarinas, mujeres desgastadas, hombres bellos extremadamente bellos, mujeres bellas extremadamente bellas, hombres perdidos, mujeres encontradas, y quizás buscar entre tantas figuras ambulantes una fraccioncita de esperanza… disimular mi existencia camuflada entre la muchedumbre expectante, esa muchedumbre anónima que va y que viene, que viene y que va, caer presa del sonido colectivo, el sonido colérico de ese ir y venir de voces, de palabras que son como ráfagas de viento que llegan a los oídos sin previo aviso, gritos llantos risas pasos y mas pasos sobre el asfalto, un pobre mendigo tirado en un rincón casi inexistente me eriza la piel me da calofríos y no soy capas de sacar la mano de mi bolsillo por el simple hecho de aun convivir con el miedo… los colores grises contrastan con los calidos rojos y los sublimes azules, y el sol amarillo o las nubes impávidas resguardando el pequeño espectáculo que acontece sin invitaciones sin precauciones… no creo perder mi tiempo porque ese tiempo no es, no habrá sido, a veces quisiera llevar un cuaderno a todos lados y escribir como ahora con optimismo lo que mis ojos encantados puedan observar, o mejor aun llevar en mi cabeza una grabadora de imágenes fugaces que nunca en la vida volverán… ideas mas ideas que se vienen a la mente como llegan del cielo las palomas con tantas historias robadas de los techos de las casas, tantas casas, tantas cosas...
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