La perfumista

La mujer vestía un sencillo vestido de color verde agua con pequeñas flores blancas que parecían bailar de vez en cuando según los caprichos del viento, de tez morena y labios gruesos, caminaba por las calles de un pueblo de sol y polvo en donde las casas parecían deshacerse y rehacerse tras cada paso. Como una figura imaginaria se le veía avanzando radiante con una canasta colgando de su brazo, marchando de puerta en puerta, mientras de su canasta se escapaba el aroma del jabón que vendía, un hálito refrescante que parecía apalear el calor matutino que comenzaba a crecer con el pasar de las horas.

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