Estoy sentada en este escritorio, escribiendo. Miro el reloj cada cierto rato para ver cuanto tiempo me queda, y avanza lento, como un pequeño ser reptante que no quiere llegar a su destino.
Nuevamente recuerdo la canción que había olvidado, la tarareo un par de veces y vuelvo a olvidarla, para poder volver a recordarla en algún futuro sercano.
La puerta se abre, aquella calle huele a madera pero aun así tiene un encanto particular, un encanto que solo puedes ver cuando el sol esta a punto de esconderse por las tardes.
Extraño un momento en mi vida en que el universo era una especie de mezcla de palabras y sonidos y letras e imágenes con sabores y animales callejeros que seguían mis pasos, y soles que se iban y lunas que aparecian como fantasmas circulares y nocturnos. A veces extraño aquella ingenuidad salada, aquel olor a gasolina, fruta dulce y esmalte de uñas.
Ahora estoy sentada, aquí, tras este escritorio, en esta oficina, esperando algo que aun no llega pero no tarda en venir...
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