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El día se escapa de las huellas de mis pies, a tientas busco el rumbo que me llebe a casa, a mi, a quien sea. El sonido del mar se pliega, se evapora y la espuma crece. Me detengo, nadie me observa.
Un ave vuela por las olas buscando algo, comida, peces, peces de colores, ramas de cenizas de corales desfragmentados en sonidos mudos. Me siento única, insigne, reflejada, invisible, me siento exausta, asotada por un sol enternecido, Cauta de quienes van, de quienes vienen.
Un barco distante me recuerda un sueño, me recuerda un viaje, una caida, un dolor, sentimientos moribundos casi nacientes. Cierro los ojos, hecho mi cabeza hacia atras, el viento humedo refresca mi mente, mis labios. Salado soleado día de marzo frente al mar una tarde incoherente.
Pero qué ricas son las tardes incoherentes!
Un beso por eso.
Ricas e impredecibles!!
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