Una breve situación cotidiana se puede transformar en algo fenomenal. Muchas veces me gusta observar mis manos, a veces siento que son las de una mujer muy vieja, con muchas historias perdidas por la calle. Quizás la única conexión real que tenemos con nuestros yoes del futuro sean nuestras manos, quizás las manos envejecen antes que las otras partes de nuestro cuerpo. Tus Yoes del pasado te persiguen, vienen a golpear tu puerta muy seguido, no traen flores, no traen arroz, solo traen un lúgubre silencio que resopla en tu oído alguna canción sin sentido y obviamente invisible. Aun así a veces el observar las manos es un arte.
Verdaderamente no recuerdo como eran mis manos antes, cuando era niña, solo recuerdo una vez haberlas estado lavando y encontrarlas mas claras que de costumbre, por ende debo deducir que mis manos las encontraba oscuras. Tengo dedos largos, nudosos y delgados, lo cual denota algo de histeria en mi personalidad. Hay una cicatriz en el dedo pulgar (una que no quisiste escuchar) y los meñiques de ambas manos están levemente torcidos en el centro de su longitud. Mis uñas crecen muy rápido, debo cortarlas mínimo una vez por semana, ya que no me gusta llevarlas largas.
Hace unos instantes he llegado a una nueva conclusión, escribo para mi, y yo soy mi mejor publico, esta escritura tan egocentrista me alimenta, me hace sentir una sensación muy rara, escritos breves y carentes de alguna conexión puede que formen parte de una pintura, un puzle que debe ser armado.
Se me ocurre la historia de una mujer que meditaba en el jardín de una casa, hay arboles y se mecen y generan sombra en tonos verdosos, una sombra con pequeños trozos de sol y por supuesto hay pajaritos, y de pronto abre los ojos y comienza a mirar sus manos, las analiza minuciosamente.
Bueno ya me despido por hoy, debo hacer muchas cosas y siento que solo estoy evadiendo, aquí, escribiendo, aprovecho sí de dejar anotados algunos fragmentos de lo que soñé anoche, antes de olvidarlo.
caminar hacia una especie de concierto, había una pantalla gigante, un cantante masculino, mucha gente, lluvia, me esperaban, no podía quedarme, debía irme, iba y volvía antes de marchar, llevaba algo, una especie de maleta u objetos, luego un camino angosto, llovizna y paraguas, muchos paraguas, uno roto, una oficina, un hombre sentado y yo intentando no ver su rostro pero sabiendo quien era, nadie importante, pasaba, llegar a una estancia cercana al mar, un restaurante, una cocina, mi abuela, la frase que será de ella cuando yo no esté... y el otro día soñé que resolvía unas ecuaciones matemáticas.
Publicar un comentario